El cerebro constituye el órgano más complejo del cuerpo humano y en la naturaleza no se conoce hasta ahora ningún sistema con su capacidad de procesar información y un conjunto inmenso de emociones asociadas a la misma.
Con su evolución de más de tres mil millones de años, el cerebro hoy es el objeto de estudio más importante de la ciencia a nivel mundial y países como Estados Unidos y la Unión Europea han lanzado programas que buscan comprender en mayor profundidad su estructura anatómica y su funcionamiento fisiológico general.
En este contexto el proyecto de desarrollo de interfaces cerebro-máquinas (BCI) y (BMI) cumple un rol importante en nuestro laboratorio ya que existen una cantidad inimaginable de aplicaciones de las señales bioeléctricas originadas en el cerebro humano que pueden aplicarse tanto a nivel diagnóstico como terapéutico y sobre todo a la comunicación y el control del entorno exterior por parte de gente que padece algún tipo de discapacidad psico-motora.
El accionamiento de exoesqueletos, máquinas de movimiento forzado e interfaces de control domótico son apenas algunas de las aplicaciones sobre las que se está trabajando en el Instituto Regional de Bioingeniería.