En general está claro que quien debe tener a cargo la gestión de un sistema de mantenimiento hospitalario debe ser un profesional cuya formación profesional garantice el desarrollo de esta actividad y que además tenga conocimientos precisos sobre el comportamiento de los activos que componen sus plataformas tecnológicas. La ley de responsabilidad civil profesional así lo exige y en algunas provincias de nuestro país, como sucede en gran parte del mundo, se están generando marcos regulatorios en relación con esta situación.
Lo que muchas veces no es tan obvio es que la gestión de un sistema de mantenimiento hospitalario requiere además la capacidad de comprender la funcionalidad de las instalaciones y de la tecnología biomédica como activos de alta criticidad.
En este contexto es donde la opción del sistema de gestión de mantenimiento seleccionado requiere su mayor relevancia.
Si bien existen muchos modelos posibles de gestión del mantenimiento en plataformas complejas, el Releability Centered Maintenance (RCM) adquiere su mayor relevancia en su aplicación al ámbito hospitalario por tres características centrales originadas en su propia concepción: el enfoque sistémico-funcional específico de su aplicabilidad, el enorme ahorro de costos que esto implica y la trazabilidad histórica de los procedimientos aplicados, lo que constituye además un importante instrumento probatorio a la hora de una instancia legal.
La mayor parte de los sistemas de mantenimiento tradicionales plantean esquemas de organización basados en “rutinas preventivas” que en general evalúan de manera superficial los aspectos dinámicos y funcionales de las plataformas tecnológicas hospitalarias y de ahí el fracaso de muchos de ellos en su aplicación operativa y en el alto costo de demanda que se requiere para que sean exitosos.
En este sentido RCM ofrece cinco características que son claves a la hora de analizar con criterio y responsabilidad profesional la decisión de este modelo a un hospital o plataforma tecnológica con circuitos operativos de alta criticidad:
1.- A diferencia de los sistemas de gestión de mantenimiento tradicionales, RCM no pone el énfasis en el mantenimiento de los equipos e instalaciones sino más bien en las funciones que éstos activos sostienen. Este cambio de perspectiva radical en la gestión del MTO lleva a un profundo análisis del diseño funcional de las instalaciones y equipos que sostienen las funciones críticas del Hospital y nos alertan sobre posibles fallas de diseño estructural que en el futuro pueden llevarnos a situaciones de alto riesgo que se podrían haber evitado con este tipo de análisis.
RCM es un sistema de mantenimiento centrado en la gestión de funciones más que en la mera reparación de equipos, lo que plantea el desarrollo de una mirada profunda sobre el sistema tecnológico en su conjunto y de allí su alto nivel de confiabilidad en la respuesta.
2.- Como el objetivo central del RCM es el de lograr la prevalencia de las funciones críticas en el tiempo, el análisis de los posibles modos de falla de estas funciones ocupa un rol central. Las fallas en las instalaciones y equipos rara vez son del tipo “esto o aquello” sino que más bien se pueden presentar de una cantidad muy variada de formas y de allí la metodología de análisis de estas variables es un núcleo técnico central del RCM. En este aspecto, las funciones señaladas en el punto anterior se “cristalizan” en equipos que pueden fallar de diversas maneras y éstas deben estar lo suficientemente claras si deseamos realizar la gestión eficiente de un sistema MTO. Los equipos pueden fallar, y de hecho alguna vez presentarán problemas. La estrategia RCM garantiza es que a pesar de la falla, la función crítica seguirá cumpliendo su rol efectivo.
3.- El conocimiento del comportamiento sistémico-funcional de nuestra planta hospitalaria nos lleva a como éstas toman cuerpo en los activos y equipos que la conforman y luego a las posibilidades de falla que se pueden presentar. RCM avanza un paso más sobre esto y nos lleva luego a la posibilidad de priorizar y/o jerarquizar estas fallas para luego asignar prioridades de atención y de recursos a los esfuerzos necesarios para evitarlas o corregirlas con celeridad en caso de que se produzcan. RCM nos brinda la posibilidad de generar unárbol de decisiones sumamente valioso para la realización un plan de mantenimiento exitoso.
4.- Hasta aquí, la aplicación de RCM nos ha trazado una ruta que va desde el reconocimiento funcional de nuestro sistema hasta la priorización de las acciones de aplicación para resolver las fallas del sistema. La otra gran ventaja comparativa de RCM respecto de los demás sistema es que ahora nos propone no la “solución estándar” a las fallas sino una “paleta de modelos” de mantenimiento que son los adecuados para solucionar esa falla. De esta manera los costos de mantenimiento se adecuan al comportamiento físico de la planta y no se elevan a valores insostenibles que muchas veces surgen de los modelos preventivos basados en la filosofía de “lo que hay que hacer” más que en la de “por qué hacerlo” y no analizan la relaciónefectividad vs. el costo de dicha acción. En este punto RCM propone el análisis de efectividad de las acciones técnicas y se contrapesan con el costo de las mismas a fin de optar por la mejor de ellas en ambos aspectos.
5.- Por su lógica de desarrollo técnico-funcional, los instrumentos de gestión desarrollados en la práctica cotidiana de RC M son protocolos con un fuerte fundamento científico-tecnológico aplicado a plataformas tecnológicas específicas (instalaciones y equipos de una institución hospitalaria específica) y no un mero procedimiento de aplicación general.
No existe un protocolo “RCM de aplicación universal o estándar”. La sustentabilidad funcional del mismo deviene de los procesos de análisis dinámico sobre los que se desarrolla y de allí el otro aspecto importantísimo que surge de la aplicación de RCM: su valor probatorio como registro ante una eventualidad o daño a terceros que derive en una acción legal.
En este aspecto, RCM permite la adecuada trazabilidad para comprender sobre qué lógica se desarrolló una determinada práctica operativa y qué la misma derivó de un análisis detallado del comportamiento de los equipos e instalaciones del hospital particular y no de la “aplicación irresponsable” de un procedimiento estandarizado que no se basaba en la realidad local de la institución.
Este aspecto que muchas veces no es tenido en cuenta por gran parte de los profesionales y directivos de instituciones de salud, se torna en algo crucial cuando se producen episodios o incidentes que conllevan daños a terceros o al ambiente relacionados con el mal funcionamiento de las instalaciones y/o equipos del hospital.
Por estos motivos, la selección de un modelo de gestión del mantenimiento hospitalario no es un tema menor ya que al igual que lo que sucede en la aviación comercial, la navegación y las industrias de riesgos inherentes, los errores pueden costar vidas y altos costos económicos.
Aprendiendo de todo esto, creemos que RCM es la mejor opción para las plataformas hospitalarias de nivel de complejidad intermedio y alto, como sucede con todas aquellas actividades en las que hay vidas en juego.
Profundizando esta perspectiva, RCM debiera ser la metodología legalmente exigible de mantenimiento para todas aquellas instituciones de salud cuya actividad objetivo pudiera derivar en daño o muerte de personas. Pero sin lugar a dudas, para lograr esto, queda mucho camino por andar.