Las instalaciones hospitalarias y el equipamiento biomédico presente en las mismas se ha incrementado de manera exponencial en los últimos veinte años.
En la actualidad un paciente puede estar conectado a una gran cantidad de equipos de manera simultánea, varios de ellos pueden ser críticos y además el buen funcionamiento de todos dependerá en gran parte del diseño y del estado de las instalaciones eléctricas, termomecánicas, sanitarias, gases medicinales, etc. Es decir, estamos ante un sistema complejo.
A pesar de la tremenda responsabilidad que implica el adecuado funcionamiento de las plataformas tecnológicas en los ámbitos hospitalarios, en nuestro país y en gran parte de América Latina no existe aún la cultura sistémica de protocolizar el desempeño del Mantenimiento Hospitalario bajo sistemas de gestión altamente confiables y que brinden además respaldo legal ante la eventualidad de este tipo de requerimiento a raíz de un accidente de origen tecnológico que cause daño a pacientes, personal de salud o al ambiente.
Como está documentado en gran parte de la literatura acerca del mantenimiento hospitalario a lo largo de todo el mundo, en ocasiones, la falla en el funcionamiento de instalaciones y/o equipamiento biomédicoha causado el daño o la muerte de personas.
Una instalación eléctrica inadecuada que origina un incendio, un cardidesfibrilador que no descarga a la hora de asistir a una persona con infarto de miocardio, un electrobisturí que produce dolorosas quemaduras al paciente, un equipo de respaldo eléctrico que no funcionó y dejo a oscuras la sala quirúrgica en plena cirugía, equipos de climatización que generan y distribuyen bacterias que incrementan el riesgo de infección o enfermedad nosocomial, etc.
Estos son algunos de los problemas sobre los que todos hemos leído y horrorizado pero lo más absurdo de todo es que a pesar de esta situación no se han tomado a lo largo y ancho de nuestro país medidas realmente serias para evitar este tipo de situación.